EL MEJOR DEL MUNDO
El Valencia celebrando el histórico doblete |
El hecho de
haberse quedado fuera de la Champions League provocaba que el Valencia todavía
tuviera mayores problemas económicos. La única vía que el club veía para poder
cuadrar el presupuesto era la venta de jugadores, lo cual no calaba en absoluto
en los aficionados. En Barcelona, que estaba en plena época electoral, se decía
que Txiki Begiristain, director deportivo del presidente electo Joan Laporta,
quería fichar a la “triple A”
valencianista (Aimar, Ayala y Albelda), aparte de tener interés por Baraja y
Vicente; el Real Madrid insistía con el mismo Ayala, se hablaba del interés del
Calcio por Cañizares, también los típicos rumores de salida del Kily González,
etc.
Además, el
Valencia también venía de un período electoral en el que los dos contendientes
(Paco Roig y Bautista Soler) habían prometido fichajes; el ganador fue el
constructor Soler y, a medida que iba pasando el verano, la afición esperaba la
llegada de unos cracks que no venían. El Valencia preguntó a la Lazio para
intentar el retorno de Claudio López utilizando la deuda que la escuadra
italiana tenía con el Valencia por el traspaso de Mendieta pero el club lacial
se negó a traspasar al argentino, al que consideraban pieza clave para su
proyecto. Y, por otro lado, Soler se hizo cargo personalmente de las
negociaciones con el Mallorca para poder firmar a Samuel Eto’o, con el
beneplácito del entrenador Rafa Benítez, quien estaba perdiendo la paciencia
con la directiva por la falta de fichajes.
Claudio López y Eto'o, objetivos del Valencia en el verano de 2003 |
A todo esto, la
pretemporada empezó con un Valencia que demostraba solidez defensiva de nuevo,
después del decepcionante final de temporada anterior, recuperando la actitud
perdida en los meses previos. Una victoria en Anfield contra el Liverpool y un
gran partido en el Trofeo Naranja contra el Real Madrid (perdido por penaltis)
dejaban entrever que el Valencia parecía tener un engranaje óptimo para
afrontar la nueva temporada 2003/2004. Además, el propio Rafa Benítez afirmaba
que veía a sus jugadores con una actitud y unas ganas similares a las que había
visto dos años antes, cuando el Valencia se proclamó campeón de Liga 31 años
después de la anterior.
Pero el ambiente
social estaba muy caldeado. Jaume Ortí, que seguía como presidente a pesar del resultado
electoral, tuvo que soportar una pitada descomunal en la presentación del
Valencia ante su afición. Un espectáculo bochornoso para un hombre que no tenía
voz ni voto a pesar de su cargo, pero cuyo error fue prometer a la afición que
vendrían futbolistas de primer nivel.
En aquellos años,
durante la presentación del equipo, solía haber un discurso por parte del
presidente, entrenador y capitán. Estos dos últimos fueron aclamados (Albelda
fue nombrado capitán ese mismo verano por encima de Cañizares) pero cuando
llegó el turno del presidente, la música de viento en Mestalla fue terrible. Ese
fue el último año en el que hubo discursos en la presentación. Después de
prometer grandes fichajes para intentar ilusionar a la afición, el Valencia, de
un día para otro, contrató a dos auténticos desconocidos: el uruguayo Fabián
Canobbio, procedente del Peñarol de Montevideo, y el brasileño Ricardo
Oliveira, del Santos.
Oliveira y Canobbio |
Estos dos
fichajes hartaron al entrenador, quien afirmó que había visto a estos jugadores
en un par de videos y que no era sabedor de que el Valencia había estado
negociando por ellos. Aparte de eso, afirmó que no necesitaba jugadores en esas
posiciones (el uruguayo era un jugador de banda izquierda, con más capacidad de
lucha que calidad, y el brasileño era un delantero que venía de ser máximo
goleador en su país y que en años posteriores llegaría a ser un punta de primer
nivel) e hizo famosa aquella mítica frase de “yo esperaba un sofá y han traído
una lámpara”. La relación del director deportivo de aquel año Suso García
Pitarch con el entrenador tampoco era buena, lo cual hacía que la situación
fuera incluso más grave. El entrenador señaló que necesitaba un jugador de
banda derecha y, para contentarlo, el club firmó a Jorge López, del Villarreal,
un jugador, este sí, de consenso, pero que no podría jugar la Copa de la UEFA
al haber disputado la Copa Intertoto con el club amarillo.
Pero el tumulto
del verano no terminaba ahí. La estrella indiscutible del Valencia en defensa,
Fabián Ayala, se negaba a continuar en el club y quería ser traspasado al Real
Madrid. El Valencia, al principio, se cerró en banda y pedía la cláusula de
rescisión. El club merengue tenía una opción preferencial sobre su antiguo
jugador Samuel Eto’o, a la cual estaba dispuesto a renunciar para fichar al
jugador argentino; ofrecía 9 millones de Euros más esa opción para que el
Valencia negociara libremente con el Mallorca y así firmar al delantero
camerunés. El Valencia adolecía de gol tras la desastrosa temporada anterior,
en la que los máximos goleadores del equipo eran futbolistas de segunda línea.
El Real Madrid lo sabía y se quiso aprovechar de ello. Pero el Valencia,
temeroso de vender a una de sus estrellas por la reacción de la afición rechazó
la propuesta. Por eso, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, utilizó
una táctica habitual en sus negociaciones y le pidió al jugador que se
declarara en rebeldía y el argentino así lo hizo. Se negó a jugar las primeras
jornadas de Liga, por lo que el Valencia volvió a estudiar detenidamente la
oferta y con Burdisso, del Boca Juniors, en la recámara por si Ayala salía del
club. Al final, después de un mes de tiras y aflojas, y de que el club no
concediera al argentino su deseo de irse al Real Madrid, Ayala decidió renovar
su vinculación con el Valencia cuatro años más. Un acierto por lo que se
demostraría esa temporada.
Roberto Fabián Ayala |
Rafa Benítez
suspiraba por retener al argentino pero también necesitaba un jugador de
ataque. Y, para colmo, vio como en la noche anterior a la fecha límite del
mercado de fichajes, el Valencia cedía a Salva Ballesta al Málaga y a John
Carew a la Roma. Y no se traspasó a Juan Sánchez por cuestión de minutos, lo
cual significaba que el número de delanteros era limitado. En los días previos
también se había traspasado a Kily González al Inter de Milán, teniendo que
pagar el Valencia una parte importante de la ficha que le restaba por percibir
al argentino, que tenía nada menos que cuatro años más de contrato, pero la
operación demostró ser ruinosa cuando se supo que en el verano anterior, por
miedo a la reacción de la afición por si se vendía a uno de los jugadores más
queridos de la afición, el club había rechazado unos 15 millones de Euros por
él del Barcelona. El entrenador finalmente explotó y, en rueda de prensa y ante
la falta de refuerzos, dijo que él intentaría sacar el máximo de la plantilla
que le habían dejado y que sólo se preocuparía de eso y nada más. Benítez, a
pesar de estar a gusto con la ciudad y con los aficionados, cada vez estaba más
molesto con los rectores del club, lo cual desembocaría en su marcha al final
de la temporada.
Por suerte, la
marcha deportiva del club fue sobresaliente a principio de temporada. A finales
de septiembre era líder de la Liga, jugando grandes partidos, había superado la
primera ronda de la Copa de la UEFA sin problemas contra el AIK Solna sueco y
por fin había una referencia en ataque sorprendente, ya que Mista demostró
estar tocado por una varita mágica y demostró una facilidad goleadora que no
había demostrado en temporadas anteriores. El director deportivo, García
Pitarch, había intentado en verano traspasarlo al Sevilla por 4 millones pero
el murciano se había negado, queriendo demostrar su categoría en el Valencia. Y
lo estaba consiguiendo. Además, se ganó al Real Madrid de los galácticos en
Mestalla y al nuevo Barcelona de Rijkaard y Ronaldinho en el Camp Nou. El Valencia
también superó al Castellón en la primera ronda de la Copa del Rey en una
eliminatoria surrealista, en la que el árbitro fue agredido desde el público de
Castalia con un mechero después de señalar un penalti a favor del Valencia con
empate en el marcador suspendiendo el partido; el encuentro se reanudó días más
tarde y, después de días de incertidumbre sobre quién lanzaría la pena máxima
(todos esperaban que fuera Baraja), el lanzador fue Mista, que erró, pero cuyo
rechace aprovechó Baraja para marcar un gol que antecedería a otro tanto de Canobbio,
que daría el pase a la siguiente ronda.
El bache vino con
el frío. Derrotas en Riazor, en Mestalla ante el Racing, empates en La
Condomina, en Anoeta y en Mestalla ante el Celta, y un decepcionante empate en
casa en la ida de la Copa de la UEFA ante el flojo Maccabi Haifa israelí,
hicieron que el Valencia perdiera posiciones en Liga y que su clasificación
para la siguiente ronda de la competición europea estuviera en peligro. Por
suerte, el Valencia ganó a domicilio con un contundente 0-4 en un casi vacío
estadio Eneco Stadion de Rotterdam (campo del Sparta), ya que no se podían
jugar partidos en Israel por los problemas bélicos que acechaban al país
hebreo.
Con el comienzo
del año 2004 el Valencia recuperó el tono y empezó a ganar partidos con solvencia,
superando dos eliminatorias coperas contra el Murcia y el Osasuna. El sistema
de rotaciones de Rafa Benítez funcionaba y el equipo mostraba un nivel físico
fantástico. Jugadores como Xisco, Canobbio, Oliveira, Sissoko, Garrido o David
Navarro ocupaban el puesto de los teóricos titulares y el equipo no lo notaba.
El equipo
funcionaba muy bien hasta que llegó el escándalo de todos los años en el
Santiago Bernabeu. Ya en el mes de enero el Valencia había caído contra los
merengues en la Copa del Rey, con una actuación arbitral reprobable y en la que
el equipo mereció más. Pero lo ocurrido en el partido de Liga fue aún más
indignante. El Valencia estaba maniatando a domicilio al Real Madrid, con un
gol de Ayala que le dio ventaja durante todo el partido. Hasta que llegó el
descuento y un balón largo desde el mediocampo madridista llegó al área
valencianista; Raúl apoyó su cuerpo contra el de Marchena y se dejó caer de
forma descarada. El árbitro picó y pitó penalti. Figo marcó y el partido
terminó con empate. El escándalo fue tal que toda España hablaba de ello, conscientes
del robo que había sufrido el Valencia. Para colmo, apareció el presidente del
Comité de Árbitros, Sánchez Arminio, defendiendo la actuación del colegiado y
todavía peor, el director del mismo comité, el ex-árbitro Díaz Vega, que se
presupone parcial, salió criticando al valencianismo por sus quejas. La
credibilidad del estamento estaba bajo mínimos.
El Valencia llegó
a abril con el liderato más cerca y en cuartos de final de la Copa de la UEFA,
que empezaba a ser una posibilidad real para ganar un título. El rival sería
duro, el Girondins de Burdeos, pero el Valencia encarriló la eliminatoria en
Francia y la culminó en Mestalla. El Valencia se veía en semifinales con gran
ilusión, ya que nunca había caído en esa ronda en competición europea, ni en
Champions League, ni en Copa de la UEFA ni en la extinta Recopa de Europa. El
rival serían los vecinos del Villarreal. Al mismo tiempo, el Valencia logró
recortar los ocho puntos que le llevaba el Real Madrid en marzo y recuperó el
liderato con una gran victoria en Zaragoza, la cual será recordada por los
aficionados por el gesto del presidente Jaume Ortí poniéndose una peluca
naranja, celebrando la gran marcha del club. El presidente empezaba a ser más
respetado.
Jaume Ortí luciendo su peluca naranja |
La maquinaria
mediática empezaba a temer por una Liga que pensaban que ganarían con
facilidad. El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, había decidido la
temporada anterior prescindir de dos iconos de la historia madridista: el
entrenador Vicente del Bosque y el capitán Fernando Hierro. Para ello, se
escudó en que no eran dos personas mediáticas y, en su sustitución, fichó para
su banquillo al portugués Carlos Queiroz, hasta entonces segundo entrenador de
Sir Alex Ferguson en el Manchester United. También decidió apostar por una
política llamada “Zidanes y Pavones”, basada en combinar los mejores
futbolistas del mundo y los más caros con canteranos. Además fichó a David
Beckham, que demostró vender más camisetas que buen juego. La apuesta salió
fallida y en una prensa manejada vergonzosamente por Florentino Pérez, en el
mes de abril, y para justificar aquella decisión, intentó desestabilizar al
valencianismo vía terceras escuadras, animando desde un periódico de información
madridista al Deportivo a dejarse perder contra el Real Madrid, recordándoles
el penalti que falló Djukic contra el Valencia en 1994 y que causó que el
Deportivo perdiera una Liga que tenían ganada. Florentino Pérez veía que su
proyecto fracasaba, cayendo en la final de la Copa del Rey contra el Zaragoza y
en cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Mónaco. El equipo coruñés
no se amilanó por la presión y terminó ganando su partido.
A principios del
mes de mayo, el Valencia logró una victoria esencial en su lucha por la Liga,
en Mestalla contra el Betis. Unos pocos días después, el Valencia debería de
afrontar el partido de vuelta de la eliminatoria de semifinales de la Copa de
la UEFA contra el Villarreal; la ida en El Madrigal había terminado con un
empate sin goles a pesar de las múltiples ocasiones desperdiciadas por los valencianistas;
y vuelta se presagiaba como un partido muy duro y así fue. En el minuto 15,
Belletti hizo un penalti tonto e innecesario sobre Mista, siendo él mismo quien
se encargaría de batir a Reina desde los 11 metros. El Valencia sufrió hasta el
final del partido pero, al final, se llevó la eliminatoria y se enfrentaría al
Olympique de Marsella francés, que venía de eliminar al Newcastle inglés.
Tres días después
de clasificarse para la final de la Copa de la UEFA, el Valencia afrontaba una
jornada muy importante para intentar alzarse con la Liga. Pero dependía de que
tanto Real Madrid y Barcelona fallaran el sábado, lo cual era muy complicado.
Pero ocurrió. El Real Madrid cayó con estrépito en el Santiago Bernabeu contra
el Mallorca de un ex-madridista Samuel Eto’o más que motivado mientras que el
Barça perdió en Vigo contra el Celta de Vigo. Por lo tanto, si el Valencia
ganaba el domingo en el estadio del Sevilla, se proclamaría campeón de Liga
sólo dos años después de su anterior título.
Para sorpresa de
todos, Rafa Benítez continuó utilizando su sistema de rotaciones en el partido
más importante de la temporada. En el once titular jugaron los teóricos
suplentes Oliveira, Sissoko, Xisco y Jorge López, dejando en el banquillo a
titulares como Baraja, Angulo y Aimar. El entrenador madrileño sabía que
todavía restaban dos jornadas más de Liga y había una final de Copa de la UEFA
de por medio. Pero el equipo no lo notó, fue una apisonadora y no tuvo
problemas en ganar 0-2, con goles de Vicente y Baraja. El Valencia se
proclamaba campeón de Liga por sexta vez en su historia.
Los jugadores fueron recibidos como héroes por una ciudad entregada. Aún así, el Valencia siempre ha estado envuelto en problemas internos y, a pesar de que los éxitos deportivos los tapaban, ellos seguían ahí. El consejero delegado del club, Manuel Llorente y el director deportivo del club, Suso García Pitarch, habían estado tanteando inexplicablemente la posibilidad de fichar a un entrenador para la temporada siguiente. Contactaron con Gregorio Manzano y César Ferrando, del Atlético de Madrid y Albacete, respectivamente. Rafa Benítez se enteró y exigió explicaciones y un nuevo contrato, dado el trabajo demostrado y los éxitos deportivos logrados a pesar de las trabas con las que se había encontrado durante sus tres años en Mestalla. Manuel Llorente le contestó que le ofrecería una renovación pero a la baja ya que, según él, “si pierdes tres partidos seguidos, te tendré que echar”. Esto colmó la paciencia de Benítez y en los días previos al histórico partido en Sevilla donde el Valencia ganaría la Liga, el preparador madrileño decidió dejar el club, a pesar de tener un año más de contrato. Había tenido ofertas de Turquía que no le satisfacían pero apareció el Liverpool, que le daba cinco años de contrato y plenos poderes a la hora de fichar, renovar y vender. No pudo rechazarlo y decidió poner rumbo a Anfield.
El dueño Bautista
Soler intentó convencerle para que se quedara, consciente de que la afición
podría echárseles encima; llegó a ofrecerle un contrato similar al que le
ofrecía el Liverpool pero la decisión estaba tomada. Una vez terminada la
temporada, con una rueda de prensa emotiva que no pudo terminar a causa de las
lágrimas, Rafa Benítez dijo adiós al Valencia, yéndose en la cresta de la ola y
dejando un equipo campeón, que sería nombrado el mejor del mundo del año 2004.
Manuel Llorente
viajaría días más tarde a Londres a la desesperada para firmar al antiguo
preparador valencianista Claudio Ranieri, que había sido recientemente
despedido por el Chelsea. Le ofrecería el contrato que le negó a Rafa Benítez,
demostrando así su mala relación el Benítez, que pasaron de grandes amigos a
personajes antagónicos. Fue un final triste para la mejor temporada de la
historia del Valencia, que provocaría una gran depresión en los años venideros,
tanto en el equipo como en la afición, mientras Rafa Benítez levantaba la
Champions League la temporada siguiente.
Rafa Benítez levantando la Champions League en 2005 con el Liverpool |